¿Qué son los pensamientos distorsionados?

Las personas hablamos a menudo (por no decir casi siempre) sobre opiniones o puntos de vista, es decir, no se trata de hechos objetivos ni probados científicamente.

A veces estas opiniones las ‘sentimos’ tan intensamente que podemos llegar a creer que ésa es la realidad. Olvidamos que únicamente es nuestra realidad.

No tenemos en cuenta que otras personas pueden percibir, reaccionar, entender una misma situación de manera muy distinta a la nuestra.

¿Alguna vez te has preguntado, por ejemplo, cómo hace ese compañero de trabajo que permanece en calma, de buen humor, mientras otros están estresados y agobiados? Es la misma situación… ¿cómo lo hace?

Se nos ocurren explicaciones como ‘es que él es muy tranquilo’ o ‘es que es un vago y pasa de todo’… Hay otra explicación: está tranquilo porque piensa de otra manera.

Algunas formas de pensar nos dificultan nuestra vida, nos causan sufrimiento. Además de inútiles no son objetivas, nos impiden ver la realidad. Se trata de pensamientos distorsionados.

Distorsionamos la realidad cuando, por ejemplo, únicamente nos fijamos en aquello que hacemos peor y no en todo lo que hacemos (incluso eso que nos sale maravillosamente), cuando vemos las dificultades pero no las posibles soluciones, cuando utilizamos frases como ‘siempre me pasa lo mismo’ (¿realmente te pasa siempre?), cuando algo nos parece insoportable y en realidad únicamente es molesto, cuando decimos ‘yo soy así’ en lugar de ‘yo me comporté así’, cuando no disfrutamos con las pequeñas cosas agradables que ocurren cada día por estar pensando en aquello otro que no nos gusta…

Estos pensamientos en general son ‘automáticos’… ¿Recuerdas cuando te sacaste el carnet de conducir? ¿Recuerdas lo difícil que era, cómo tenías que concentrarte para hacerlo todo, meter el embrague, meter la marcha, mirar por los espejos…? Ahora ya no piensas en ello y puedes hablar o escuchar música mientras conduces gracias a que has automatizado todos esos movimientos.
Algo así nos ocurre con los pensamientos distorsionados, son automáticos, muchas veces no somos conscientes de que están ahí y casi no nos damos cuenta de que los tenemos. Quisiéramos ser más ‘positivos’ pero no lo conseguimos. Un truco para localizarlos es que nos causan malestar emocional.
Una parte de la terapia psicológica va destinada a identificar y posteriormente modificar estos pensamientos distorsionados para conseguir ponerlos a nuestro servicio y no en ‘contra nuestra’, para sentirnos mejor, tener actitudes más saludables y adaptativas. Esto es posible con algún esfuerzo. Después de todo… los pensamientos los creamos nosotros.
No se trata de ‘controlar los pensamientos’ o intentar no tenerlos, sinó más bien de producir un cambio de perspectiva o visión de las cosas más amplia, promoviendo la reflexión personal y el cuestionamiento de nuestros puntos de vista.

Lectura: si os interesa profundizar más en este tema os recomiendo el libro de Lucien Auger: ‘Ayudarse a sí mismo: una psicoterapia mediante la razón’