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La Autoestima es un concepto global y complejo que resulta difícil definir. Podríamos decir que es el grado en que uno/a se gusta a sí mismo, se valora y/o se quiere. Tener baja autoestima significa que la persona no se está queriendo lo suficiente, que no hace una buena valoración de sí misma. Nuestro estado de ánimo está muy determinado por estos sentimientos hacia nosotros.
Cuando alguien no se quiere a sí mismo o no se trata adecuadamente transmite señales de esta situación. Si uno no se valora o se defiende a sí mismo, es más complicado, aunque no imposible, que obtenga elogios, respeto y buen trato de los otros, y eso produce un círculo vicioso en el que la autoestima baja más.
También puede suceder que se den casos de “autoestima inflada” es decir, actuar con soberbia o autosuficiencia para tratar de compensar esos sentimientos negativos hacia uno/a mismo/o, produciéndose también problemas en las relaciones sociales.
La autoestima se compone del autoconcepto, que son las ideas que tenemos sobre nosotros, la autoconfianza o confianza en la capacidad propia de lograr nuestras metas, las valoraciones que hacemos sobre nosotros, y los sentimientos que nos dirigimos, que puede ser de amor y aprecio o, por el contrario, de autorechazo. Por ello es posible, aunque no frecuente que una persona tenga buen autoconcepto y, sin embargo, sienta baja autoestima.
La formación de la autoestima se inicia en la infancia, a través del amor, la valoración y validación que se recibe de las figuras significativas y/o de apego. Se podría decir que aprendemos a querernos en base a cómo hemos sido queridos.
Otras relaciones significativas en la construcción de la autoestima son las del grupo de iguales, amigos, compañeros de colegio, etc.
El proceso de construcción de la autoestima dura toda la vida y, aunque tiende a ser estable, se va modificando en función de las experiencias y vivencias que vamos experimentando.
En ese sentido, una crisis personal puede ser una oportunidad de crecimiento y mejora de la autoestima, si se afronta adecuadamente.
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Una autoestima baja puede tener múltiples causas y se puede expresar en muchos aspectos, que varían en función de cada persona: perfeccionismo, autoexigencia, dificultades para relacionarse, evitación, soberbia o “autoestima inflada”, síntomas depresivos, inseguridad, dificultad para tomar decisiones, frecuentes emociones negativas como culpa, vergüenza, ira o tristeza, distorsión de la imagen corporal o sentimientos de rechazo hacia el cuerpo, dificultad para adaptarse a los cambios, baja asertividad, problemas para decir “no”, compararse negativamente continuamente…
Por todo esto, debo hacer una evaluación adecuada, y diseñar un tratamiento específico para cada persona, algo así como hacer un “traje a medida” para la terapia de autoestima.
Para mejorar la autoestima normalmente es necesaria una psicoterapia profunda, en la que se comprendan los orígenes de la baja autoestima, se amplíe el autoconocimiento y se vayan desarrollando y adquiriendo nuevas conductas, pensamientos y actitudes. También suele ser necesario elaborar experiencias o vivencias difíciles que hayan podido influir en la formación o desarrollo de la autoestima.
Un aspecto interesante es conocer cómo es el diálogo interno y la autocrítica. La autocrítica puede ser constructiva o destructiva. En la primera, el lenguaje interior es más comedido y se buscan alternativas de mejora, se detectan errores y piensa en la forma de solucionarlos en el futuro. En la segunda se habla de manera global y utilizando expresiones duras y desafortunadas, no se formulan alternativas de mejora.
En muchas ocasiones la autocrítica destructiva procede de crítica destructiva que se recibió de personas del entorno y que se han interiorizado. También puede provenir de no haberse sentido suficientemente importante para las personas significativas.
En primer lugar, hay que llevar a cabo una tarea de detección. Se trata de una pauta muy arraigada y es posible que se efectúe sin que la persona sea muy consciente, basada en automatismos. Una forma de detectarla es el estado de ánimo negativo sin que haya pasado algo desmoralizador en ese momento. Si esto ocurre, es posible que se esté efectuando una autocrítica destructiva.
Las personas con baja autoestima se suelen centrar en lo negativo, focalizándose en exceso en los defectos o supuestos defectos sin fijarse en otras cosas. También se fijan más en las recriminaciones que recibe de los demás, ignorando los piropos o elogios, incluso rechazándolos.
