Tus dos yoes

Normalmente pensamos en nosotros, los humanos, como seres unitarios. En esta entrada vamos a ver algunos descubrimientos que parecen poner esto en duda.

A principios de los años sesenta dos neurocirujanos tuvieron la ¿gran? idea de seccionar totalmente una estructura del cerebro – el cuerpo calloso -, que conecta ambos hemisferios cerebrales, para tratar los casos graves de epilepsia.

Se sabía que las descargas epilépticas se producen en un área del cerebro y pueden transmitirse al otro hemisferio a través del cuerpo calloso. Pensaron que de esta forma limitarían las descargas al hemisferio en el que se originan… ¡Y funcionó! Muchos pacientes no volvieron a sufrir una convulsión importante.

Estas personas no parecían mostrar ningún cambio con respecto a antes de la operación. Sin embargo, un análisis más minucioso demostró que sí había cambios.

Una de las pruebas consistía en presentar dos objetos (un lápiz y una naranja por ejemplo), uno a cada hemisferio, utilizando para ello unos ingeniosos aparatos. Esto se consigue mostrando un objeto en el campo visual derecho y otro en el campo visual izquierdo.
Después se entregaban dos bolsas con objetos y se pedía al paciente que metiera una mano en cada bolsa y que escogiera el que había visto. Antes de sacar las manos de sus respectivas bolsas se le preguntaba qué tenía en cada una. El paciente entonces respondía que tenía ¡dos naranjas!; sin embargo, al sacar las manos los objetos eran correctos: un lápiz en la mano izquierda y una naranja en la mano derecha.

¿Qué había pasado?Ahora se sabe que el cuerpo calloso es la mayor vía de comunicación de ambos hemisferios. Al seccionarlo se había roto en gran parte la conexión entre ellos.
El hemisferio izquierdo es responsable de la función del lenguaje en la mayoría de las personas. Al ser el hemisferio que “habla” informaba de lo que había en la mano derecha, la naranja, (que es controlada por el hemisferio izquierdo).
Por otra parte, la mano izquierda cogía el lápiz, es decir, lo que había visto el hemisferio derecho. Ambos habían aprendido dos cosas distintas, funcionando de manera independiente.

En otra prueba se les presentaban los objetos (naranja y lápiz) y tenían que escogerlos de entre varios encima de una mesa. En ocasiones, mientras la mano derecha iba a coger la naranja, la mano izquierda la sujetaba y la dirigía hacia el lápiz.

Llegaron a verse casos de comunicación indirecta entre ambos hemisferios al no existir ya la comunicación nerviosa: se presentaba un estímulo (verde o rojo) al hemisferio derecho. Este hemisferio como hemos visto no puede hablar. Asi que cuando el hemisferio izquierdo contestaba al azar la respuesta correcta no sucedía nada. Sin embargo, cuando contestaba la respuesta incorrecta, el derecho al oírla fruncía el ceño y meneaba la cabeza comunicándoselo así al izquierdo. Acto seguido el paciente corregía la respuesta.

Es como si hubiera dos cerebros funcionando de manera independiente en lugar de uno… Resulta inquietante ¿verdad?

Lectura: Para esta entrada os recomiendo (a los dos) un libro maravilloso: ‘El hombre que confundió a su mujer con un sombrero’ de Oliver Sacks.